Song of the Open Road, IV - Walt Whitman






The earth expanding right hand and left hand,
The picture alive, every part in its best light,
The music falling in where it is wanted, and stopping where it is not wanted,
The cheerful voice of the public road, the gay fresh sentiment of the road.

O highway I travel, do you say to me Do not leave me?
Do you say Venture not—if you leave me you are lost?
Do you say I am already prepared, I am well-beaten and undenied, adhere to me?

O public road, I say back I am not afraid to leave you, yet I love you,
You express me better than I can express myself,
You shall be more to me than my poem.

I think heroic deeds were all conceiv’d in the open air, and all free poems also,
I think I could stop here myself and do miracles,
I think whatever I shall meet on the road I shall like, and whoever beholds me shall like me,
I think whoever I see must be happy.






Complete poem: https://www.poetryfoundation.org/poems/48859/song-of-the-open-road



Poema de los dones - Jorge Luis Borges (1960)


Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche.

De esta ciudad de libros hizo dueños
a unos ojos sin luz, que sólo pueden
leer en las bibliotecas de los sueños
los insensatos párrafos que ceden

las albas a su afán. En vano el día
les prodiga sus libros infinitos,
arduos como los arduos manuscritos
que perecieron en Alejandría.

De hambre y de sed (narra una historia griega)
muere un rey entre fuentes y jardines;
yo fatigo sin rumbo los confines
de esta alta y honda biblioteca ciega.

Enciclopedias, atlas, el Oriente
y el Occidente, siglos, dinastías,
símbolos, cosmos y cosmogonías
brindan los muros, pero inútilmente.

Lento en mi sombra, la penumbra hueca
exploro con el báculo indeciso,
yo, que me figuraba el Paraíso
bajo la especie de una biblioteca.

Algo, que ciertamente no se nombra
con la palabra azar, rige estas cosas;
otro ya recibió en otras borrosas
tardes los muchos libros y la sombra.

Al errar por las lentas galerías
suelo sentir con vago horror sagrado
que soy el otro, el muerto, que habrá dado
los mismos pasos en los mismos días.

¿Cuál de los dos escribe este poema
de un yo plural y de una sola sombra?
¿Qué importa la palabra que me nombra
si es indiviso y uno el anatema?

Groussac o Borges, miro este querido
mundo que se deforma y que se apaga
en una pálida ceniza vaga
que se parece al sueño y al olvido.






En El hacedor (1960)


Through the Looking-Glass, and What Alice Found There (Lewis Carroll) / Traducción: mbv



"Do you hear the snow against the window-panes, Kitty? How nice and soft it sounds! Just as if some one was kissing the window all over outside. I wonder if the snow loves the trees and fields, that it kisses them so gently? And then it covers them up snug, you know, with a white quilt; and perhaps it says, 'Go to sleep, darlings, till the summer comes again.' And when they wake up in the summer, Kitty, they dress themselves all in green, and dance about -- whenever the wind blows -- oh, that's very pretty!" cried Alice, dropping the ball of worsted to clap her hands. "And I do so wish it was true! I'm sure the woods look sleepy in the autumn, when the leaves are getting brown."

Chapter One: Looking Glass House





"¿Escuchas la nieve contra los ventanales, Kitty? ¡Qué lindo y suave suena! Tal como si alguien estuviera besando la ventana afuera. Me pregunto si la nieve ama a los árboles y los campos, que los besa tan sutilmente. Y luego los cubre cálida con una cobertura blanca; y tal vez les dice 'Vayan a dormir, queridos, hasta que regrese el verano.' Y cuando despiertan en el verano, Kitty, se visten todos de verde, y bailan - cuando sea que el viento sopla – ‘¡oh, eso es muy lindo!’ exclamó Alice, dejando caer la madeja de lana para aplaudir con sus manos. "¡Y sí que deseo que fuera verdad! Estoy segura de que los bosques lucen somnolientos en otoño, cuando las hojas se están volviendo marrones."



Traducción: MBV



Peter Greenaway en Buenos Aires - "El cine ha muerto - Larga vida al cine"


"Cuando pasás de la primaria a la secundaria, el maestro te dice: “Olvidate de los crayones y los lápices, es hora de ponerse serios”, porque la educación está basada en textos y por eso todos somos muy sofisticados a la hora de manejar textos. Pero la habilidad de pintar o dibujar la perdés a los 9, 11 años y tenés que vivir hasta los 70 u 80 años sin eso. Es decir que nos pasamos casi toda la vida sin vincularnos con las imágenes. ¿Y eso no nos empobrece? Es muy triste. Es el sistema educativo el que nos hace analfabetos visuales. Pulimos constantemente nuestra habilidad de comunicar a través de textos, ¿pero estudiamos arte, diseño o arquitectura? ¿Entonces qué sabemos acerca de las imágenes, si no estamos entrenados para eso?"











La libertad - Raúl González Tuñón


I

De pronto entró la Libertad.

La Libertad no tiene nombre,
no tiene estatua ni parientes.
La Libertad es feroz.
La Libertad es delicada.

La Libertad es simplemente
la Libertad.

Ella se alimenta de muertos.
Los Héroes cayeron por Ella.
Sin angustia no hay Libertad,
sin alegría tampoco.
Entre ambas la Libertad
es el armonioso equilibrio.

Nosotros tenemos vergüenza,
la Libertad no la tiene,
la Libertad anda desnuda.
(Y el señor Jesucristo dijo
que el reino de Dios vendrá
cuando andemos de nuevo desnudos
y no tengamos vergüenza.)

Hermanos, nosotros sabemos,
pero la Libertad no sabe.


II

Hay que ser piedra o pura flor o agua,
conocer el secreto violeta de la pólvora,
haber visto morir delante del relámpago,
conocer la importancia del ajo y el espliego,
haber andado al sol, bajo la lluvia, al frío,
haber visto a un soldado con el fusil ardiente,
cantando, sin embargo, la Libertad querida.

Viva el amor, la vida poderosa,
la muerte creadora de olores penetrantes
y eso porque uno muere y resucita,
la luz sobre los techos de la aurora,
sobre las torres del petróleo,
sobre las azoteas de las parvas,
sobre los mástiles del queso y el vino,
sobre las pirámides del cuero y el pan,
la gente retornando,
una ventana con la bandera en familiar bordado
y la exacta ambulancia, con heridos,
cantando, sin embargo, la Libertad querida.

Hay que ser como el puente necesario,
natural como el lirio, como el toro,
saber llegar al fondo del silencio,
al subsuelo del brote y a la raíz del grito,
hay que haber conocido el miedo y el valor,
haber visto una mano que agita una linterna
de noche, hacia el distante nido de metralla,
hay que haber visto a un muerto cicatrizado y solo
cantando, sin embargo, la Libertad querida.


III

De pronto entró la Libertad.

Estábamos todos dormidos,
algunos bajo los árboles,
otros sobre los ríos,
algunos más entre el cemento,
otros más bajo la tierra.

De pronto entró la Libertad
con una antorcha en la mano.

Estábamos todos despiertos,
algunos con picos y palas,
otros con una pantalla verde,
algunos más entre libros,
otros más arrastrándose, solos.

De pronto entró la Libertad
con una espada en la mano.

Estábamos todos dormidos,
estábamos todos despiertos
y andaban el amor y el odio
más allá de las calaveras.

De pronto entró la Libertad,
no traía nada en la mano.

La Libertad cerró el puño.
¡Ay! Entonces...



Misión y deber del escritor - Albert Camus. Discurso al recibir el Premio Nobel de Literatura (1957)



Discurso pronunciado por Albert Camus, en Estocolmo, en 1957, al serle conferido el Premio Nobel de Literatura.


Al recibir la distinción con que vuestra libre Academia ha querido honrarme, mi gratitud es tanto más profunda cuanto que yo mido hasta qué punto esa recompensa excede mis méritos personales.

Todo hombre, y con mayor razón todo artista, desea que se reconozca lo que él es o quiere ser. Yo también lo deseo. Pero al conocer vuestra decisión me fue imposible no comparar su resonancia con lo que realmente soy. ¿Cómo un hombre, casi joven todavía, rico sólo de sus dudas, con una obra apenas en desarrollo, habituado a ‘vivir en la soledad del trabajo o en el retiro de la amistad, podría recibir, sin cierta especie de pánico, un galardón que le coloca de pronto, y solo, en plena luz? ¿Con qué estado de espíritu podía recibir ese honor a tiempo que, en tantas partes, otros escritores, algunos entre los más grandes, están reducidos al silencio y cuando, al mismo tiempo, su tierra natal conocer incesantes desdichas?

Sinceramente he sentido esa inquietud, y ese malestar. Para recobrar mi paz interior me ha sido necesario ponerme a tono con un destino harto generoso. Y como era imposible igualarme a él con el solo apoyo de mis méritos, no he hallado nada mejor, para ayudarme, que lo que me ha sostenido a lo largo de mi vida y en las circunstancias más opuestas: la idea que me he forjado de mi arte y de la misión del escritor. Permitidme, aunque sólo sea en prueba de reconocimiento y amistad, que os diga, con la sencillez que me sea posible, cuál es esa idea.

Personalmente, no puedo vivir sin mi arte. Pero jamás he puesto ese arte por encima de toda otra cosa. Por el contrario, si él me es necesario es porque no me separa de nadie, y me permite vivir, tal como soy, al nivel de todos. A mi ver, el arte no es una diversión solitaria. Es un medio de emocionar al mayor número de hombres, ofreciéndoles una imagen privilegiada de dolores y alegrías comunes. Obliga, pues, al artista a no aislarse; le somete a la verdad, a la más humilde y más universal. Y aquellos que muchas veces han elegido su destino de artistas porque se sentían distintos, aprenden pronto que no podrán nutrir su arte ni su diferencia más que confesando su semejanza con todos.

El artista se forja en ese perpetuo ir y venir de sí mismo a los demás, equidistante entre la belleza, sin la cual no puede vivir, y la comunidad, de la cual no puede desprenderse. Por eso, los verdadero artistas no desdeñan nada; se obligan a comprender en vez de juzgar. Y si han de tomar un partido en este mundo, sólo puede ser de una sociedad en la que, según la gran frase de Nietzsche, no ha de reinar el juez sino el creador, sea trabajador o intelectual.

Por lo mismo, el papel de escritor es inseparable de difíciles deberes. Por la definición no puede ponerse al servicio de quienes hacen la historia, sino al servicio de quienes la sufren. Si no lo hiciera, quedaría solo, privado hasta de su arte. Todos los ejércitos de la tiranía, con sus millones de hombres, no le arrancarán de la soledad, aunque consienta en acomodarse a su paso y, sobre todo, si en ello consiente. Pero el silencio de un prisionero desconocido, abandonado a las humillaciones en el otro extremo del mundo basta para sacar al escritor de su soledad, cada vez, al menos, que logra, en medio de los privilegios de su libertad, no olvidar ese silencio, y trata de recogerlo y reemplazarlo, para hacerlo valer mediante todos los recurso del arte.

Ninguno de nosotros es lo bastante grande para semejante vocación. Pero en todas las circunstancias de su vida, obscuro o provisionalmente célebre, aherrojado por la tiranía o libre poder expresarse, el escritor puede encontrar el sentimiento de una comunidad viva, que le justificará sólo a condición de que acepte, tanto como pueda, las dos tareas que constituyen la grandeza de su oficio: el servicio de la verdad, y el servicio de la libertad. Y pues su vocación es agrupar el mayor número posible de hombres, no puede acomodarse a la servidumbre que, donde reina, hace proliferar las soledades. Cualesquiera que sean nuestras flaquezas personales, la nobleza de nuestro oficio arraigará siempre en dos imperativos difíciles de mantener: la negativa a mentir respecto de lo que se sabe y la resistencia a la opresión.

Durante más de veinte años de una historia demencial, perdido sin recurso, como todos los hombres de mi edad, en las convulsiones del tiempo, sólo me ha sostenido el sentimiento hondo de que escribir es hoy un honor, porque ese acto obliga, y obliga a algo más que a escribir. Me obligaba, especialmente, tal como yo era y con arreglo a mis fuerzas, a compartir, con todos los que vivían mi misma historia, la desventura y la esperanza. Esos hombres nacidos al comienzo de la primera guerra mundial, que tenían veinte años a tiempo de instaurarse, a la vez, el poder hitleriano y los primeros procesos revolucionarios, Y que para completar su educación se vieron enfrentados luego a la guerra de España, la segunda guerra mundial, el universo de los campos de concentración, la Europa de la tortura y de las prisiones, se ven hoy obligados a orientar sus hijos y sus obras en un mundo amenazado de destrucción nuclear. Supongo que nadie pretenderá pedirles que sean optimistas. Hasta llego a pensar que debemos ser comprensivos, sin dejar de luchar contra ellos, con el error de los que, por un exceso de desesperación han reivindicado el derecho al deshonor y se han lanzado a los nihilismos de la época. Pero sucede que la mayoría de entre nosotros, en mi país y en el mundo entero, han rechazado el nihilismo y se consagran a la conquista de una legitimidad.

Les ha sido preciso forjarse un arte de vivir para tiempos catastróficos, a fin de nacer una segunda vez y luchar luego, a cara descubierta, contra el instinto de muerte que se agita en nuestra historia.

Indudablemente, cada generación se cree destinada a rehacer el mundo. La mía sabe, sin embargo, que no podrá hacerlo. Pero su tarea es quizás mayor. Consiste en impedir que el mundo se deshaga. Heredera de una historia corrompida —en la que se mezclan las revoluciones fracasadas, las técnicas enloquecidas, los dioses muertos, y las ideologías extenuadas; en la que poderes mediocres, que pueden hoy destruirlo todo, no saben convencer; en la que la inteligencia se humilla hasta ponerse al servicio del odio y de la opresión—, esa generación ha debido, en si misma y a su alrededor, restaurar, partiendo de amargas inquietudes, un poco de lo que constituye la dignidad de vivir y de morir. Ante un mundo amenazado de desintegración, en el que nuestros grandes inquisidores arriesgan establecer para siempre el imperio de la muerte, sabe que debería, en una especie de carrera loca contra el tiempo, restaurar entre las naciones una paz que no sea la de servidumbre, reconciliar de nuevo el trabajo y la cultura, y reconstruir con todos los hombres una nueva Arca de la alianza.
No es seguro que esta generación pueda al fin cumplir esa labor inmensa, pero lo cierto sí es que, por doquier en el mundo, tiene ya hecha, y la mantiene, su doble apuesta en favor de la verdad y de la libertad y que, llegado el momento, sabe morir sin odio por ella.
Es esta generación la que debe ser saludada y alentada dondequiera que se halle y, sobre todo, donde se sacrifica. En ella, seguro de vuestra profunda aprobación, quisiera yo declinar hoy el honor que acabáis de hacerme.

Al mismo tiempo, después de expresar la nobleza del oficio de escribir, querría yo situar al escritor en su verdadero lugar, sin otros títulos que los que comparte con sus compañeros, de lucha, vulnerable pero tenaz, injusto pero apasionado de justicia, realizando su obra sin vergüenza ni orgullo, a la vista de todos; atento siempre al dolor y a la belleza; consagrado en fin, a sacar de su ser complejo las creaciones que intenta levantar, obstinadamente, entre el movimiento destructor de la historia.

¿Quién, después de eso, podrá esperar que él presente soluciones ya hechas, y bellas lecciones de moral? La verdad es misteriosa, huidiza, y siempre hay que tratar de conquistarla. La libertad es peligrosa, tan dura de vivir, como exaltante. Debemos avanzar hacia esos dos fines, penosa pero resueltamente, descontando por anticipado nuestros desfallecimientos a lo largo de tan dilatado camino. ¿Qué escritor osaría, en conciencia, proclamarse orgulloso apóstol de virtud? En cuanto a mi, necesito decir una vez más que no soy nada de eso. Jamás he podido renunciar a la luz, a la dicha de ser, a la vida libre en que he crecido. Pero aunque esa nostalgia explique muchos de mis errores y de mis faltas, indudablemente ella me ha ayudado a comprender mejor mi oficio y también a mantenerme, decididamente, al lado de todos esos hombres silenciosos, que no soportan en el mundo la vida que les toca vivir más que por el recuerdo de breves y libres momentos de felicidad, y por la esperanza de volverlos a vivir.

Reducido así a lo que realmente soy, a mis verdaderos límites, a mis dudas y también a mi fe difícil, me siento más libre para destacar, al concluir, la magnitud y generosidad de la distinción que acabáis de hacerme. Más libre también para deciros que quisiera recibirla como homenaje rendido a todos los que, participando el mismo combate, no han recibido privilegio alguno y, en cambio, han conocido desgracias y persecuciones. Sólo me resta daros las gracias, desde el fondo de mi corazón, y haceros públicamente, en prenda de personal gratitud, la misma y vieja promesa de fidelidad que cada verdadero artista se hace a sí mismo, silenciosamente, todos los días.


Traducción de José Ballester-Gozalvo



Diana Bellessi, en La pequeña voz del mundo (Ed. Taurus, 2011)

7

¿Cuál es el miedo a la poesía? La hija subversiva y díscola de la lengua, con una pirueta de exceso y una demanda de pureza. Su acción es regenerativa, ‘naciendo, nacida siempre’, diría Eckhart. El poema nace en la violenta y amorosa acción que reclama a la lengua volver a hablar. Es por eso la poesía su hija pródiga. Revisa las leyes ordenadoras estancadas en la costumbre o en la hábil manipulación que intenta volverla un instrumento de domesticación, una cueva del mentir, una herramienta de poder para la explotación y la muerte. La emoción personal, herida, amordazada por vastos procesos de socialización non sanctos, se expresa aquí, y se desliga de condiciones como suelen hacerlo los versitos en la cancha o en las marchas cuando la ideología retrocede y el significante avanza, y este movimiento produce un temblor, una sensación de pérdida de la tranquilidad o de estar extraviados en la producción de un acto creativo sobre el que nadie tiene un control total. Ritmo y significado apelan al temblor del otro, a su inalienable poder creador.

Comunicación entendida como comunión. Cómo no habría de temérsele a algo tan deseado y tan prohibido. Le temen los poetas mientras lo buscan y escriben; le teme el lector, a quien han intentado masacrar con aquello de la letra con la sangre entra; le temen las clases que dominan y sus instituciones de control; y las empresas de dinero, las que regulan y administran qué libros, qué voces llegan al lector, las que optaron largamente por la marginación de la poesía y aún lo hacen, aunque escucho aquel murmullo nuevo, aquella atención hacia el bocadito que se les escapa y molesta, capaz de resistir al autoritarismo y la masacre, al nuevo orden económico y a la tentación de ser bocado digerido porque de hacerlo perdería el género, es decir, la razón de ser, la realidad de la poesía.

Si devoran revoluciones y devoran vidas, ¿por qué no hacerlo con la hija díscola? Siempre lo han intentado con el arte, volverlo objeto de consumo, volverlo mudo. Sin embargo, lo salva su rechazo a la mediación, su reclamo por la cosa, aceptando sólo los artificios mínimos de representación y aun poniéndolos en duda constantemente. La cosa es el alma humana que reclama independencia y derecho a sentir, a expresar su relación con otros seres y con el mundo entero. Donde algo se entiende y algo se escapa, donde algo se universaliza y algo es recinto misterioso de la propia interpretación. La poesía vuelve a vivir en la lectura siempre nueva de cada nuevo lector que se arriesga a mirar en las profundidades de su propia intimidad.



Diana Bellessi, en La pequeña voz del mundo (Ed. Taurus, 2011) 



The Divine Image - William Blake (1757-1827)

The Divine Image


To Mercy, Pity, Peace, and Love
All pray in their distress;
And to these virtues of delight
Return their thankfulness.

For Mercy, Pity, Peace, and Love
Is God, our father dear,
And Mercy, Pity, Peace, and Love
Is Man, his child and care.

For Mercy has a human heart,
Pity a human face,
And Love, the human form divine,
And Peace, the human dress.

Then every man, of every clime,
That prays in his distress,
Prays to the human form divine,
Love, Mercy, Pity, Peace.

And all must love the human form,
In heathen, Turk, or Jew;
Where Mercy, Love, and Pity dwell
There God is dwelling too.


Source: http://www.poetryfoundation.org/poem/172912








I Go Back to May 1937 - Sharon Olds





I see them standing at the formal gates of their colleges,
I see my father strolling out
under the ochre sandstone arch, the
red tiles glinting like bent
plates of blood behind his head, I
see my mother with a few light books at her hip
standing at the pillar made of tiny bricks,
the wrought-iron gate still open behind her, its
sword-tips aglow in the May air,
they are about to graduate, they are about to get married,
they are kids, they are dumb, all they know is they are
innocent, they would never hurt anybody.
I want to go up to them and say Stop,
don’t do it—she’s the wrong woman,
he’s the wrong man, you are going to do things
you cannot imagine you would ever do,
you are going to do bad things to children,
you are going to suffer in ways you have not heard of,
you are going to want to die. I want to go
up to them there in the late May sunlight and say it,
her hungry pretty face turning to me,
her pitiful beautiful untouched body,
his arrogant handsome face turning to me,
his pitiful beautiful untouched body,
but I don’t do it. I want to live. I
take them up like the male and female
paper dolls and bang them together
at the hips, like chips of flint, as if to
strike sparks from them, I say
Do what you are going to do, and I will tell about it.





Sharon Olds, “I Go Back to May 1937” from Strike Sparks: Selected Poems 1980-2002. Copyright © 2004 by Sharon Olds. Used by permission of Alfred A. Knopf, an imprint of the Knopf Doubleday Publishing Group, a division of Random House LLC. All rights reserved.

Source: Strike Sparks: Selected Poems 1980-2002 (Alfred A. Knopf, 2004)

Source: Poetry Foundation








The Clasp - Sharon Olds



She was four, he was one, it was raining, we had colds,
we had been in the apartment two weeks straight,
I grabbed her to keep her from shoving him over on his
face, again, and when I had her wrist
in my grasp I compressed it, fiercely, for a couple
of seconds, to make an impression on her,
to hurt her, our beloved firstborn, I even almost
savored the stinging sensation of the squeezing,
the expression, into her, of my anger,
"Never, never, again," the righteous
chant accompanying the clasp. It happened very
fast-grab, crush, crush,
crush, release-and at the first extra
force, she swung her head, as if checking
who this was, and looked at me,
and saw me-yes, this was her mom,
her mom was doing this. Her dark,
deeply open eyes took me
in, she knew me, in the shock of the moment
she learned me. This was her mother, one of the
two whom she most loved, the two
who loved her most, near the source of love
was this.





Sharon Olds (San Francisco, EE.UU., 1942)



Source: Poem Hunter








El beso urgente - Gabo Ferro - 2016 (canción inédita - audio de cámara)


El lunes pasado Gabo Ferro soltó de manera urgente una canción urgente:
"El beso es un lugar de carne y práctica. De Judas a Julieta – por tirar dos puntas nomás - hay un elenco interminable de cuerpos en acto. Lo sabemos; todo beso es político. Hoy y acá - donde todo nos sabe a poco frente a tanto - va esta canción urgente, canción fresca frente a lo que se pudre, compuesta en estos días frente al manoseo, al prejuicio y a una sensibilidad que ni llega a lo bestial siquiera, canción que no se aguanta llegar al próximo disco ni a ser grabada como merecen. Acá les va EL BESO URGENTE. Salud, amor y trabajo mis queridxs! Hasta pronto!".






Alejandra Pizarnik - Fragmentos de una entrevista

M.I.M. – Mientras contestabas a mi pregunta, tu voz en mi memoria me dijo desde un poema tuyo: mi oficio es conjurar y exorcizar.*

A.P. – Entre otras cosas, escribo para que no suceda lo que temo; para que lo que me hiere no sea; para alejar al Malo (cf. Kafka). Se ha dicho que el poeta es el gran terapeuta. En este sentido, el quehacer poético implicaría exorcizar, conjurar y, además, reparar. Escribir un poema es reparar la herida fundamental, la desgarradura. Porque todos estamos heridos.

M.I.M. – Entre las variadas metáforas con las que configuras esta herida fundamental recuerdo, por la impresión que me causó, la que en un poema temprano te hace preguntar por la bestia caída de pasmo que se arrastra por mi sangre.* Y creo, casi con certeza, que el viento es uno de los principales autores de la herida, ya que a veces se aparece en tus escritos como el gran lastimador.*

A.P. – Tengo amor por el viento aun si, precisamente, mi imaginación suele darle formas y colores feroces. Embestida por el viento, voy por el bosque, me alejo en busca del jardín.

M.I.M. – En una suerte de contrapunto con tu yo que se une a la noche y aquel que se une al silencio, veo a «la extranjera»; «la silenciosa en el desierto»; «la pequeña viajera»; «mi emigrante de sí»; la que «quería entrar en el teclado para entrar adentro de la música para tener una patria». Son estas, tus otras voces, las que hablan de tu vocación de errancia, la para mí tu verdadera vocación, dicho a tu manera.
A.P. – Pienso en una frase de Trakl: Es el hombre un extraño en la tierra. Creo que, de todos, el poeta es el más extranjero. Creo que la única morada posible para el poeta es la palabra.

M.I.M. – Hay un miedo tuyo que pone en peligro esa morada: el no saber nombrar lo que no existe.* Es entonces cuando te ocultás del lenguaje.
A.P. – Con una ambigüedad que quiero aclarar: me oculto del lenguaje dentro del lenguaje. Cuando algo – incluso la nada tiene un nombre, parece menos hostil. Sin embargo, existe en mí una sospecha de que lo esencial es indecible.



Fuente: Saquen una pluma



El gozante - Manuel José Castilla


a Ricardo Molinari



Me dejo estar sobre la tierra porque soy el gozante.
El que bajo las nubes se queda silencioso.
Pienso: si alguno me tocara las manos
se iría enloquecido de eternidad,
húmedo de astros lilas, relucientes.
Estoy solo de espaldas transformándome.
En este mismo instante un saurio me envejece y soy leña
y miro por los ojos de las alas de las mariposas
un ocaso vinoso y transparente.
En mis ojos cobijo todo el ramaje vivo del quebracho.
De mí nacen los gérmenes de todas las semillas y los riego llorando con rocío.

Sé que en este momento, dentro mío,
nace el viento como un enardecido río de uñas y de agua.
Dentro del monte yazgo preñado de quietudes furiosas.
A veces un lapacho me corona con flores blancas
y me bebo esa leche como si fuera el niño más viejo de la tierra.

Miro los cachos de banano,
veo arañar sus dulces dedos de oro
y en las sandías
los genitales verdes del verano llenan mi corazón de poblaciones.
Siento que estoy tapado por luciérnagas
y que en mi pelo crece la niñez del relámpago.

Lo que pisa mi piel igual que arena lo traga para siempre.
La sombra de los pájaros es como un agua negra que acaricia mi nuca,
una hormiga me deja su ají breve en la boca
y me voy a los tumbos en la noche
por el agujereado camino de los sapos.

¿Quién me arrima la paz de la tortuga?
¿Quién desempoza el tiempo de su cáscara?

Soy el que por la piedra lechosa del quirquincho
bebe en miel las abejas
como el rocío maduro de la música.
¿A dónde irán mis ojos llenos de hojas?
¿Por dónde en ellos vagará el cielo yéndose?

Me mira Dios y sé que aquí, yaciendo,
lo estoy haciendo despaciosamente.

De cara al infinito
siento que pone huevos sobre mi pecho el tiempo.
Si se me antoja, digo, si esperase un momento,
puedo dejar que encima de mis ingles
amamante la luna sus colmillos pequeños.

Miren mis ojos cuando yo estoy pensando a ver si es que les miento.
Zorros la cola como cortaderas,
gualacates rocosos,
corzuelas con sus ángeles temblando a su costado,
garzas meditabundas,
yararás despielándose,
acatancas rodando la bosta de su mundo,
todo eso está en mis ojos que ven mi propia triste nada y mi alegría.

Después, si ya estoy muerto,
échenme arena y agua. Así regreso.




Junio, 1970.




Castilla, Manuel J., Cantos del gozante, San Salvador de Jujuy, Edición de José Francisco  de Paula Ortiz “Gutemberg”- colección Buenamontaña, 1972.


Cesare Pavese en El oficio de vivir (1935-1950)


"Renunciad a la tierra y la tierra os será dada por añadidura".

Cita mencionada por Cesare Pavese (entre comillas), en Il mestiere di vivere (1935-1950), El oficio de vivir, diarios publicados en 1952.



Gilles Deleuze - En medio de Spinoza (1980-1981) - Editorial Cactus, 2013



"Es preciso que, en última instancia, sólo tengan relación con lo que aman".

De En medio de Spinoza (1980-1981). Capí­tulo V, El estatuto de los modos y el problema del mal. Gilles Deleuze. Editorial Cactus (2013)





dijo Lao Tsé


"Nature does not hurry, yet everything is accomplished."

"La naturaleza no tiene prisa, sin embargo todo se realiza".


Lao Tsé


Las ciudades continuas 1 - Ítalo Calvino


La ciudad de Leonia se rehace a sí misma todos los días: cada mañana la población se despierta entre sábanas frescas, se lava con jabones apenas sacados de su envoltorio, se pone batas flamantes, extrae del refrigerador más perfeccionado latas aún sin abrir, escuchando los últimos sonsonetes del último modelo de radio.
En las aceras, envueltos en tersas bolsas de plástico, los restos de la Leonia de ayer esperan el carro de la basura. No solo tubos de dentífrico aplastados, bombillas fundidas, periódicos, envases, materiales de embalaje, sino también calderas, enciclopedias, pianos, servicios de porcelana: más que de las cosas que cada día se fabrican, venden, compran, la opulencia de Leonia se mide por las cosas que cada día se tiran para ceder su lugar a las nuevas. Tanto que uno se pregunta si la verdadera pasión de Leonia es en realidad, como dicen, gozar de las cosas nuevas y diferentes, y no más bien el expulsar, apartar, purgarse de una recurrente impureza. Cierto es que los basureros son acogidos como ángeles, y que su tarea de remover los restos de la existencia de ayer se rodea de un respeto silencioso, como un rito que inspira devoción, o tal vez sólo porque una vez desechadas las cosas nadie quiere tener que pensar más en ellas.
Dónde llevan cada día su carga los basureros nadie se lo pregunta: fuera de la ciudad, está claro; pero de año en año la ciudad se expande, y los vertederos deben retroceder más lejos; la importancia de los desperdicios aumenta y las pilas se levantan, se estratifican, se despliegan en un perímetro cada vez más vasto. Añádase que cuanto más sobresale Leonia en la fabricación de nuevos materiales, más mejora la sustancia de los detritos, más resisten al tiempo, a las intemperies, a fermentaciones y combustiones. Es una fortaleza de desperdicios indestructibles la que circunda Leonia, la domina por todos lados como un circo de montañas.
El resultado es este: que cuantas más cosas expele Leonia, más acumula; las escamas de su pasado se sueldan en una coraza que no se puede quitar; renovándose cada día la ciudad se conserva toda a sí misma en la única forma definitiva: la de los desperdicios de ayer que se amontonan sobre los desperdicios de anteayer y de todos sus días y años y lustros.
Los desperdicios de Leonia poco a poco invadirían el mundo si en el desmesurado basurero no estuvieran presionando, más allá de la última cresta, vertederos de otras ciudades que también rechazan lejos de sí montañas de desechos. Tal vez el mundo entero, traspasados los confines de Leonia, está cubierto de cráteres de basuras en ininterrumpida erupción, cada uno con una metrópoli en el centro. Los límites entre las ciudades extranjeras y enemigas son bastiones infectos donde los detritos de una y otra se apuntalan recíprocamente, se amenazan, se mezclan.
Cuanto más aumenta la altura, más inminente es el peligro de derrumbes: basta que un envase, un viejo neumático, una botella sin su cubierta de paja ruede del lado de Leonia, para que un alud de zapatos desparejados, calendarios de años anteriores, flores secas, sumerja la ciudad en el propio pasado que en vano trataba de rechazar, mezclado con el de las ciudades limítrofes finalmente limpias: un cataclismo nivelará la sórdida cadena montañosa, borrará toda traza de la metrópoli siempre vestida con ropa nueva. En las ciudades vecinas ya están listos los rodillos compresores para nivelar el suelo, extenderse en el nuevo territorio, agrandarse, alejar los nuevos vertederos.




En Las ciudades invisibles (1972)
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Las ciudades y los intercambios - Ítalo Calvino


En Cloe, gran ciudad, las personas que pasan por las calles no se conocen. Al verse imaginan mil cosas las unas de las otras, los encuentros que podrían ocurrir entre ellas, las conversaciones, las sorpresas, las caricias, los mordiscos. Pero nadie saluda a nadie, las miradas se cruzan un segundo y después huyen, husmean otras miradas, no se detienen.

Pasa una muchacha que hace girar una sombrilla apoyada en su hombro, y también un poco la redondez de las caderas. Pasa una mujer vestida de negro que representa todos los años que tiene, con ojos inquietos bajo el velo y los labios trémulos. Pasa un gigante tatuado; un hombre joven con el pelo blanco; una enana; dos mellizas vestidas de coral. Algo corre entre ellos, un intercambio de miradas como líneas que unen una figura a la otra y dibujan flechas, estrellas, triángulos, hasta que todas las combinaciones en un instante se agotan, y otros personajes entran en escena: un ciego con un guepardo sujeto con cadena, una cortesana con abanico de plumas de avestruz, un efebo, una mujer descomunal. Así, entre quienes por casualidad se juntan para guarecerse de la lluvia bajo un soportal, o se apiñan debajo del toldo del bazar, o se detienen a escuchar la banda en la plaza, se consuman encuentros, seducciones, copulaciones, orgías, sin cambiar una palabra, sin rozarse con un dedo, casi sin alzar los ojos. Una vibración lujuriosa mueve continuamente a Cloe, la más casta de las ciudades. Si hombres y mujeres empezaran a vivir sus efímeros sueños, cada fantasma se convertiría en una persona con quien comenzar una historia de persecuciones, de simulaciones, de malentendidos, de choques, de opresiones, y el carrusel de las fantasías se detendría.




En Las ciudades invisibles (1972)
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dijo J.D. Salinger / Traducción: Martina Benitez Vibart


“You’re not the first person who was ever confused and frightened and even sickened by human behavior. You’re by no means alone on that score, you’ll be excited and stimulated to know. Many, many men have been just as troubled morally and spiritually as you are right now. Happily, some of them kept records of their troubles. You’ll learn from them—if you want to. Just as someday, if you have something to offer, someone will learn something from you. It’s a beautiful reciprocal arrangement. And it isn’t education. It’s history. It’s poetry.”

(J.D. Salinger, “The Catcher in the Rye” / El guardián entre el centeno - 1951)



"No sos la primera persona que alguna vez se confundió y asustó e incluso se enfermó por el comportamiento humano. No estás solo/a bajo ningún contexto en ese punto, te sentirás excitado y estimulado de saberlo. Muchos, muchos seres humanos estuvieron así de complicados moral y espiritualmente como vos lo estás en este momento. Felizmente, algunos mantuvieron registro de sus preocupaciones. Aprenderás de ellos - si así lo querés. Así como también algún día, si tenés algo para ofrecer, alguien aprenderá algo de vos. Es un maravilloso acuerdo recíproco. Y no es educación. Es historia. Es poesía".

Traducción: MBV.