El lunes, un amigo melómano me contó de una Señora que en su juventud en 1970 en California hizo un discazo, y después se dedicó a la Odontología por 40 años.
Me parece increíble que haya podido hacer un paréntesis de tanto tiempo sin dedicarse a la música, siendo claramente un "talento" como le llaman algunos.
A mí me gusta más pensarlo como un don, como algo que te fue dado y podés dar con belleza y con buen sentido de la ética, al mundo para hacerlo un mejor lugar, más respirable para vos y los demás.
O hasta como un propósito divino. Hacer lo que te hace sentir bien y a su vez, les haces sentir algo bueno con eso a los demás. Nadie pierde, todos ganan.
Después me enteré que además esta mujer pintaba, y sí siguió pintando mientras era odontóloga, y ahí me cerró más la historia, porque no podía entender cómo había dejado de hacer arte después de tal disco.
Se trata de ella:
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