Una de las ventajas de ser municipal
es que puedo ser humana con tranquilidad.
No tengo que andar pensando en la productividad
en términos capitalistas, ni en la plusvalía
o en el provecho económico que podrían querer
sacar de mis ideas.
No me importa el dinero más que para comer
y sentirme bien con mis afectos
como compañía en el día a día.
Me importa más la humanidad que el dinero.
¿Y dónde está la guita? me preguntó una amiga.
Los poderosos se la guardan, claro.
¿Quién tiene capital en este sistema perverso?
Los capitalistas, eso está muy claro.
Por suerte a los 18 años se me dio un buen laburo,
trabajé desde que pude, pero qué difícil que está...
Las personas de laburos free-lance
están cada vez más cansadas.
Quienes no tienen pareja, la buscan en Tinder
porque prefieren quedarse adentro para descansar más.
Tendría que cuidar ante todo, mi situación económica
cuando lo que más importa son nuestros afectos
que iluminan los días, en esta realidad
en la que parece haber cada vez menos humanidad.
Este poema se encuentra en la parte II de mi segundo libro (inédito, en preparación y de pronta publicación), que consta de dos partes: I. Sacudir el árbol / II. Con sumo cuidado
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