Getz/Gilberto (1963) - Reseña / Review : Martina Benitez Vibart

La reseña de disco que copio abajo la escribí en junio de 2007, un momento en el que creía que me inclinaría hacia el periodismo musical y presencié un curso de Crítica periodística musical, con un copado (apasionado de la música, y del Jazz especialmente) que no olvidaré, César Pradines. 

El motivo por el que la subo es porque el domingo que pasó escuché el disco (que no me canso de escuchar) y recordé esta reseña que hice poco después de haberlo escuchado por primera vez, gracias a mi hermano Juan.

Cuántas cosas pueden pasar y cambiar con los años... pero algunas quedan.
Este disco es de esas cosas que quedan.




Getz/Gilberto
Da relajación y placer escuchar el saxo de Stan Getz, más aún con la voz de Joåo Gilberto. En algunos temas, se suma la esposa del brasilero, Astrud (antes de este disco desconocida) con su distinguible voz, más que nada en temas como "The Girl from Ipanema" (el “hit” del disco, por el que ganó un Grammy en 1965) y "Corcovado". Como si la dupla Getz/Gilberto fuera poco, también se suma el pianista Antonio Carlos Jobim, que escribió la mayor parte de los temas del disco (algunos con Vinicius de Moraes), completando cualquier expectativa. Reunidos en 1963 en un estudio de New York, podemos escucharlos con una calidad de sonido que hace disfrutable la dimensión de la música. Se complementan muy bien los instrumentos (además hay bajo, batería y Gilberto en guitarra), sin quedar de lado en ningún momento las voces.
Los solos de Getz en el saxo tenor no dan lugar a dudas de que hace valer su sobrenombre “The Sound”(“El sonido”) en cada tema. 
Con esta obra maestra, nos podemos dar una idea de lo trascendental que puede ser la fusión de dos culturas musicales. Tal conjunción de Jazz y Bossa Nova no se da seguido, mucho menos con tal eficacia.


It makes us relax and gives pleasure to listen to Stan Getz playing saxophone, even better with Joao Gilberto's voice as a company. And in some songs, Astrud, the singer-guitarrist´s wife (she was unknown before this album) sings with her ever-distinguished voice, in melodies such as "The Girl from Ipanema" (the “hit” of the album, for which she won a Grammy in 1965) and "Corcovado". And as if this was not enough, we've also got Antonio Carlos Jobim in piano for these recordings, who wrote most of the songs in the disc (some of them, with Vinicius de Moraes) taking up to any expectation. 
They got together in 1963 in a studio in New York, and now we can listen them in a sound quality that makes the musical dimension really enjoyable. Instruments complement so beautifully: there is also bass and drums, and voices at the same level.
Getz's solos in tenor saxophone give us no place to doubt the value of his nickname: "The Sound". 
With this masterpiece, we can have an idea of the transcendant fusion of two musical cultures as such a combination of Jazz and Bossa Nova doesn´t happen often, much less with such sensitive efficacy.


 (reseña original en castellano, y traducción al inglés: Martina Benitez Vibart)








Nutrir la vida - Más allá de la felicidad / Francois Jullien


Por recomendación  de mi hermana, leí "Nutrir la vida - Más allá de la felicidad", de Francois Jullien (filósofo francés que analiza la filosofía oriental, china especialmente, tao, desde su perspectiva occidental) la semana que pasó, y me pareció muy buen viaje de percepción. 
Muy lindo para entender mejor la manera de vivir de otra cultura, y sus formas de pensar (y, por qué no, tratar de aplicar lo mejor, lo que hace bien, en la propia cultura/realidad)

"Vivir no pertenece al orden de los objetivos sino de los resultados"

"El cielo es eterno   la tierra permanente
no viven por sí mismos
por ello perduran"



Link a una entrevista con el autor:
http://www.unabellezanueva.org/wp-content/uploads/documentos/entrevista-f-jullien.pdf




"Rectifica tu postura,
unifica tu mirada
y la armonía del cielo (natural) llegará;
repliega tu inteligencia,
unifica tu actitud
y (la dimensión del) espíritu te habitará"


Hermoso poema de la dinastía Tang:


“Profundamente llevado al silencio,
se une al secreto de las cosas,
bebe de la armonía suprema,
solo, con el ganso,
emprende el vuelo.
Parecido a la brisa primaveral
que aflora las vestimentas.
El sonido que aprehendemos
a través de los bambús,
la belleza que llevamos
al volvernos.
Lo reencontramos sin ir profundo.
¿Lo buscamos acaso?
Es cada vez más tenue.
Si al final, toma alguna forma,
apenas cerramos la mano, ha huido.”









Sobre una poesía sin pureza - Pablo Neruda (1935)



Es muy conveniente, en ciertas horas del día o de la noche, observar profundamente los objetos en descanso: Las ruedas que han recorrido largas, polvorientas distancias, soportando grandes cargas vegetales o minerales, los sacos de las carbonerías, los barriles, las cestas, los mangos y asas de los instrumentos del carpintero. De ellos se desprende el contacto del hombre y de la tierra como una lección para el torturado poeta lírico. Las superficies usadas, el gasto que las manos han infligido a las cosas, la atmósfera a menudo trágica y siempre patética de estos objetos, infunde una especie de atracción no despreciable hacia la realidad del mundo.
La confusa impureza de los seres humanos se percibe en ellos, la agrupación, uso y desuso de los materiales, las huellas del pie y de los dedos, la constancia de una atmósfera humana inundando las cosas desde lo interno y lo externo. Así sea la poesía que buscamos, gastada como por un ácido por los deberes de la mano, penetrada por el sudor y el humo, oliente a orina y a azucena salpicada por las diversas profesiones que se ejercen dentro y fuera de la ley. Una poesía impura como un traje, como un cuerpo, con manchas de nutrición, y actitudes vergonzosas, con arrugas, observaciones, sueños, vigilia, profecías, declaraciones de amor y de revuelta, bestias, sacudidas, idilios, creencias políticas, negaciones, dudas, afirmaciones, impuestos.
La sagrada ley del madrigal y los decretos del tacto, olfato, gusto, vista, oído, el deseo de justicia, el deseo sexual, el ruido del océano, sin excluir deliberadamente nada, la entrada en la profundidad de las cosas en un acto de arrebatado amor, y el producto poesía manchado de palomas digitales, con huellas de dientes y hielo, roído tal vez levemente por el sudor y el uso. Hasta alcanzar esa dulce superficie del instrumento tocado sin descanso, esa suavidad durísima de la madera manejada, del orgulloso hierro. La flor, el trigo, el agua tienen también esa consistencia especial, ese recurso de un magnífico tacto.
Y no olvidemos nunca la melancolía, el gastado sentimentalismo, perfectos frutos impuros de maravillosa calidad olvidada, dejados atrás por el frenético libresco: la luz de la luna, el cisne en el anochecer, “corazón mío” son sin duda lo poético elemental e imprescindible. Quien huye del mal gusto cae en el hielo.  






Pablo Neruda, Caballo Verde para la Poesía, 1935.



El Principito y los baobabs


"Resulta que en el planeta del principito había, como en todos los planetas, hierbas buenas y hierbas malas. Por lo tanto buenas semillas de hierbas buenas y malas semillas de hierbas malas. Pero las semillas son invisibles. Duermen en el secreto de la tierra hasta que a una se le antoja despertarse. Entonces se estira, y extiende tímidamente hacia el sol una encantadora ramita inofensiva. Si se trata de una ramita de rábano o de rosal, se la puede dejar crecer como quiera. Pero si se trata de una maleza, hay que arrancarla en seguida, en cuanto se la pudo reconocer. Ahora bien, había unas semillas terribles en el planeta del principito... eran las semillas de baobab. El suelo del planeta estaba plagado de ellas. Y de un baobab, si uno se deja estar, no es posible desembarazarse nunca más. Obstruye todo el planeta. Lo perfora con sus raíces. Y si el planeta es demasiado pequeño, y si los baobabs son numerosos, lo hacen estallar."
Capítulo 5 de El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry (1943).