Dos poemas en Fervor de Buenos Aires - Jorge Luis Borges (1923)

 








Llaneza

                                          A Haydée Lange

Se abre la verja del jardín
con la docilidad de la página
que una frecuente devoción interroga
y adentro las miradas
no precisan fijarse en los objetos
que ya están cabalmente en la memoria.
Conozco las costumbres y las almas
y ese dialecto de alusiones
que toda agrupación humana va urdiendo.
No necesito hablar
ni mentir privilegios;
bien me conocen quienes aquí me rodean,
bien saben mis congojas y mi flaqueza.
Eso es alcanzar lo más alto,
lo que tal vez nos dará el Cielo:
no admiraciones ni victorias
sino sencillamente ser admitidos
como parte de una Realidad innegable,
como las piedras y los árboles.





Forjadura



Como un ciego de manos precursoras
que apartan muros y vislumbran cielos,
lento de azoramiento voy palpando
por las noches hendidas
los versos venideros.
He de quemar la sombra detestada
en su límpida hoguera:
púrpura de palabras
sobre la espalda flagelada del tiempo.
He de encerrar el llanto de las tardes
en el duro diamante del poema.
Nada importa que el alma
ande sola y desnuda como el viento
si el universo de un glorioso beso
aún abarca mi vida.
Para ir sembrando versos
la noche es una tierra labrantía.




Poesía desde la Carriego






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